Esto ni siquiera existe

[O al menos no debería]

La aguja estaba ahí, ensartada en la jeringa y perfectamente dispuesta sobre la mesa esperando clavarse en la carne de una pobre y desafortunada víctima. Así y sin más preámbulos el pequeño y asustado paciente entra en el pequeño cubiculo y un hombre de bata blanca lo recibe esbozando una sonrisa maléfica e imperceptible, el pequeño nota algo extraño, pero simplemente no puede hacer otra cosa sino obedecer a lo que el lúgubre señor de bata blanca le ordena. Sin embargo llega un momento en el que el pequeño siente que debe hacer algo para defender su integridad, si es que alguna vez la tuvo, y comienza a lloriquear, su madre se impacienta y lo abofetea con suavidad. Tal vez ella se arrepienta más tarde de sus actos pero el pequeño ya se habrá olvidado de todo. El lúgubre hombre de bata blanca ya esta cansado y quiere acabar con todo en ese mismo instante, entonces la jeringa se clava en la carne del pequeño y comienza a llenarse de un liquido rojo. El niño a duras penas puede respirar pero sus suplicas son fríamente ignoradas, intentan colocarle una venda, pero él se pone de pie y se desploma inconsciente en el suelo mientras su brazo deja caer diminutas gotas de sangre.