Su mente devora el vacío al inhalar el olor a podredumbre y su cuerpo absorbe lentamente aquel aroma, mientras que el aire en un intento desesperado por escapar se anuda en su garganta. Así es como las lagrimas se amontonan en sus ojos pero no consiguen caer. Además el murmullo de mil voces rompe el silencio sepulcral de la sala, no solo eso sino que también es capaz de sumir en el terror al más valiente, pero hay algo aún peor, una voz que se eleva sobre todas las otras como un vil verdugo y consigue invadirlo con una extraña sensación de nerviosismo, como si fuese la próxima víctima, pero nunca lo llaman, ni mucho menos lo atacan, siempre hay alguien que se interpone entre el y el verdugo fingiendo ser un héroe y prolongando así su trágica espera.
Finalmente después de mucho tiempo lo llaman, quizás fueron cien años o tan solo cinco minutos, pero eso importa, lo importante es que su nombre resonaba por toda la sala y los pobres infelices que quedaban no se atrevían a dar su vida por aquel demacrado individuo, así que sin más preámbulos, con el cuerpo temblando y echando sudor, sus huesos resquebrajándose, se acerca y finge sonreír. Los milicos lo observan y él les devuelve sagazmente la mirada, ellos apuntan a su cuerpo y él deja que un cálido liquido maloliente le moje los pantalones; Los rifles disparan y su cuerpo se encuentra a si mismo siendo perforado cien veces por miles de balas. Se desploma en el suelo, escupe sangre en abundancia y se lo toma por muerto aunque aún respira. Mientras tanto se escucha el nombre de la siguiente víctima, se oyen los pasos y el hombre moribundo que caía antes que este ve con alegría la lluvia de proyectiles, que ciertamente le recordaban a cientos de estrellas fugases cruzando el firmamento tal y como el día en que el había llegado allí.
Rant
10 years ago
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