Esto ni siquiera existe

Mi voluntad duerme en el inmenso firmamento de la nada, mi alma se desvanece y se va junto con el frio viento invernal, la lluvia cae de mis ojos y la sangre nace ponderosa en mi pecho. Tan solo queda de mi un despojo de lo que yo solía ser, esas sobras miserables que a uno lo convierten en un recuerdo indeleble.

Mis alas oscuras, forjadas de un vil metal, se despliegan y las campanas distantes suenan una y otra vez marcando la llegada de una medianoche plagada de muerte, despojo y olvido; Cada campanada al repicar retumba en mis oídos hasta hacerlos desangrar de dolor y me tumba nuevamente contra el suelo, sin darme tiempo de siquiera despertarme y palpar la realidad hasta transtornarla a mi antojo.

Todo este sufrimiento inutil me hace desear el eterno vacío plagado de estrellas; esos rostros enfermos de hipocresía y agradables modales producen en mi un deseo incontenible de vomitar al mundo, para luego fallecer, cerrar los ojos y dormir para nunca más despertar. Deseo en verdad que mi alma habite en aquel mundo etéreo más allá del firmamento, completamente alejada de este mundo hediondo al que aborresco y que me odia demasaido para expresarlo.

Tal vez les paresco un ser depreciable, de seguro he de serlo; pero sin embargo les resultan utiles mis ojos vacíos y mi celestial figura.

En mi ya no queda rastro alguno de humanidad, si es que alguna ves lo hubo.
¿Por que no me dejan partir de una vez por todas si ya estoy muriendo y lo disfrutan?
Me iré algún día y eso los hará felices, dejenme partir ahora y no será necesario que sigan conteniendo sus imundas sonrisas. Quiero alejarme al infinito, simplemente quiero morir...

Ahora el cielo se aleja y yo me elevo en la distancia, más allá de la esfera azul, creo que en realidad me estoy hundiendo y de mi alma solo quedan cenizas dispersas que nadie nunca podrá encontrar.